La historia del arte es la historia de las imágenes. En el cristianismo la palabra ha sido la transmisora del mensaje de las Escrituras, pero las imágenes han sido tan importantes como los textos. Desde los orígenes de la vida monástica, muchos santos han sido monjes. Pero así como los monjes del pasado se hallaban perdidos en un diálogo con lo inefable, los que Jaime Súnico buscó en los monasterios de Francia, España y Egipto miran al espectador con pupilas que destacan en un rostro descrito con vigorosos trazos de color, que es la manera que sirve al pintor para recordar el protagonismo de la pintura en el arte de todos los tiempos. De cada retrato emanan las emociones de una personalidad individual, pero en todos ellos se advierte la presencia de lo sagrado, de manera que guardados en un museo serán retratos de monjes, y conservados en un monasterio el tiempo los convertirá en iconos de santos. Albert Costa, antropólogo.